Artículos para Pacientes. Dr. Pablo Corral

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Dr. Pablo Corral. Especialista Jerarquizado Clínica Médica. www.icm-mdp.com

domingo, 3 de febrero de 2013

Aspectos negativos de la coagulación sanguínea



Aspectos negativos de la coagulación sanguínea
La coagulación de la sangre es imprescindible para mantener la salud, pero la presencia de un coágulo dentro de los vasos sanguíneos puede llevar a complicaciones graves, ya que interrumpen la irrigación normal e impiden la oxigenación de los tejidos afectados.
El organismo dispone de mecanismos para que la sangre circule fluidamente por los vasos (arterias, venas y capilares), pero también para coagular la sangre en caso de traumatismos o lesiones, para impedir o limitar la hemorragia o la formación de hematomas. En condiciones normales estos dos mecanismos opuestos son útiles e imprescindibles para la vida, y conviven sin conflictos. La coagulación se produce únicamente cuando es necesaria, y mientras tanto la sangre circula en estado líquido por los vasos. En determinadas circunstancias, sin embargo,  la sangre se coagula dentro de los vasos. Esta situación, que puede ser muy peligrosa, recibe el nombre de trombosis cuando el coágulo se ubica en un determinado lugar dentro de una arteria o vena (es decir, se forma un trombo), y embolia cuando ese coágulo (ahora llamado “émbolo”) viaja por el torrente sanguíneo y finalmente obtura (tapona) algún vaso.
Alteraciones que los coágulos sanguíneos pueden provocar
La presencia de un trombo o de un émbolo en algún vaso sanguíneo puede llevar a complicaciones graves ya que interrumpen el flujo sanguíneo normal, en forma total o parcial. Por consiguiente, el oxígeno que transporta la sangre no llega de manera adecuada a los tejidos irrigados por el vaso obstruido. La oxigenación insuficiente de un área determinada se denomina “isquemia”, situación que, de no tratarse de forma adecuada y urgente, provoca un daño grave en el tejido afectado e incluso su muerte (necrosis).
Las trombosis y embolias son frecuentes y producen efectos muy evidentes  en las extremidades inferiores (piernas y pies) o en el cerebro. En el primer caso la falta brusca de circulación produce dolor intenso y repentino en la pierna afectada, y si la obstrucción corresponde a una arteria que lleva sangre al cerebro el resultado puede ser un accidente cerebrovascular. Las embolias y trombosis pueden producirse en cualquier vaso del organismo, pero son menos comunes en los riñones, los ojos o los intestinos.    
Factores que favorecen la embolia arterial
Como en gran parte de las enfermedades, existen ciertas características del organismo o conductas vinculadas con el modo de vida de las personas que hacen que las posibilidades de sufrir una embolia arterial se vean aumentadas; son los denominados factores de riesgo. En este caso, si se incrementan los factores que producen la formación de coágulos, como la presencia de lesiones en la pared de alguna arteria, el aumento exagerado de las células sanguíneas que actúan en la primera etapa de la coagulación (las plaquetas) o una infección interna del corazón (endocarditis). También son factores que estimulan la aparición de coágulos el hábito de fumar, la falta de actividad física, la obesidad, la diabetes mal controlada, etc.
Síntomas principales de una embolia
Los síntomas que indican la presencia de una embolia dependen del lugar donde se haya producido y de en qué medida obstruye la circulación (total o parcialmente); hay otros factores circulatorios anatómicos locales que hacen que ciertas obstrucciones sean particularmente peligrosas (por ejemplo, en la arteria que pasa por la articulación de la rodilla). Si se producen en las extremidades pueden manifestarse como un brusco dolor y frialdad en el territorio más alejado del miembro, indicadores de la falta de circulación en esa zona. Si el organismo no compensa este déficit de la circulación los síntomas pueden agravarse progresivamente, llevando a situaciones muy graves, hasta la necrosis.
Si la embolia se produjo en algún órgano determinado, los síntomas más comunes serán dolor en la zona del cuerpo afectada o disminución del funcionamiento del órgano comprometido. En todos los casos, los síntomas también pueden producirse más lentamente, en relación con el tamaño del coágulo y en qué medida obstruye el flujo sanguíneo.



Es fundamental consultar inmediatamente al médico ante la aparición de cualquiera de los síntomas antes mencionados o de alteraciones que hagan presuponer la existencia de una embolia. El tratamiento a tiempo es imprescindible ya que los daños provocados por la falta de irrigación prolongada pueden ser permanentes y llevar a la muerte del tejido u órgano afectado.   
Cuáles son las opciones de tratamiento y en qué medida podemos prevenir la aparición de coágulos sanguíneos serán temas de nuestra próxima nota.

Dr. Pablo Corral.
Tel/Fax : (0223) 451-5475 / 451-6803
Rawson 1006.
Mar del Plata.
Argentina.

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