Artículos para Pacientes. Dr. Pablo Corral

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Mar del Plata, Argentina
Dr. Pablo Corral. Especialista Jerarquizado Clínica Médica. www.icm-mdp.com

domingo, 3 de febrero de 2013

Cuando el hígado sufre nuestro estilo de vida



Cuando el hígado sufre nuestro estilo de vida





Cómo nuestro estilo de vida puede perjudicar al hígado. ¿Cómo cuidarlo?

El hígado es un órgano noble y bastante sufrido, que pocas veces "se queja", pero necesita un poco de ayuda para funcionar bien. Ésta puede venir del hábito menos pensado, como andar en bicicleta, sacar a pasear al perro o nadar. 
"Ando mal del hígado"
Esta es una frase que a menudo nos dicen los pacientes y hay muchos síntomas que suelen atribuírsele al hígado, pero ¿cuáles son reales y cuáles mitos?
Los síntomas atribuidos a un mal funcionamiento del hígado son en general la consecuencia de un mal funcionamiento del aparato digestivo o de la vesícula biliar.
Otras veces tienen origen en un alimento que nos cayó mal y nos provoca distensión de los intestinos y desgano. A veces el síntoma es dolor de cabeza y se culpa al hígado, pero en realidad muchas personas tienen dolores de cabeza producidos por diversos desencadenantes, incluidos alimentos o bebidas.
 
¿Qué es la esteatosis hepática o hígado graso?
El hígado cumple un rol muy importante en el metabolismo de las grasas. En ocasiones, por distintos motivos, la grasa se acumula progresivamente, pudiendo llegar a ocupar más de la mitad de la totalidad del hígado. Este depósito patológico de grasa se conoce con el nombre de esteatosis hepática o hígado graso y, como casi todos los trastornos crónicos del hígado, es asintomático, es decir que uno no siente nada de nada.
Cuando a raíz del depósito excesivo de grasa, el hígado se inflama secundariamente, entonces estamos en presencia de la llamada esteatohepatitis, o sea un a hepatitis, pero no secundaria a virus sino a la presencia de grasa.
Ahora bien, mientras que la esteatosis o hígado graso es común en las personas adultas, la esteatohepatitis es mucho menos frecuente.
Porqué se produce hígado graso
Las principales causas son el estilo de vida urbano, el sedentarismo y aumentar de peso, también comer mucha grasa. En todos estos casos la cantidad de grasa que va al hígado aumenta y no se moviliza, no se ocupa, acumulándose en consecuencia. La pancita que aumente es la expresión visible de este trastorno. Por supuesto que no todas las personas que engordan o son sedentarias van a desarrollar este problema, ya que probablemente se necesita cierta predisposición genética o cierto desequilibrio en el metabolismo. 

También es más común en las personas que tienen diabetes o alteraciones en los lípidos sanguíneos.
¿Qué consecuencias tiene en el organismo? 
En general la esteatosis simple no tiene consecuencias graves para el organismo, pero a veces está marcando que esos kilitos de más o estilo de vida sedentario no son tan inocentes. Es importante poder diagnosticarla precozmente, ya que con pequeños cambios muchas veces se logra corregir este modo de funcionamiento. Su tratamiento también evita que persista, y esto previene los raros casos de inflamación consecuente o esteatohepatitis.
Es interesante que antes, cuando aparecían en los análisis pequeños aumentos en las transaminasa (unas sustancias que están en el hígado y que se elevan en la sangre cuando el hígado se inflama) , siempre se pensaba en el alcohol como causa, incluso en las personas que decían que bebían poco o no bebían, y se llegaba a poner en duda su veracidad. Hoy se sabe que el exceso de grasa en sí mismo es la causa de la hepatitis, que recibió en principio el nombre de esteatohepatitis No alcohólica.
¿Cómo puede prevenirse?
La esteatosis hepática y la esteatohepatitis pueden prevenirse. Su médico buscará los factores causales en cada persona. Si alguna de las causas más frecuentes es detectada, puede abordarse con los tratamientos eficaces que existen en la actualidad. 
Es muy común que el factor de riesgo esté dado por el sobrepeso, que puede ser solo de unos pocos kilos, y tendrá una buena respuesta a una dieta o aun aumento de la actividad física.
El hígado responde rápidamente a pequeños cambios.
Algunas personas han dejado inadvertidamente de hacer actividad física o el deporte que les gustaba, o trabajan más en una oficina, y alcanzará con que vuelvan a retomar aquel buen hábito.
Cuando uno hace una actividad física que dura más de 20 minutos, se movilizan las grasas y se activa una sustancia llamada lipoproteína lipasa, que rompe las grasas en partículas menores que pueden ser ocupadas como energía. Lo más interesante es que esta activación dura más de 24 hs.
Si la persona no tiene ningún factor de riesgo, es conveniente que igualmente lleve una dieta pobre en grasas acompañada de una actividad física regular, ya que la esteatosis puede generarse incluso en personas sin factores de riesgo establecidos.
Más allá de estas generalidades, su médico verá también qué se necesita hacer en su caso en particular, si existen otros factores de riesgo asociados a esta enfermedad, como la diabetes, el aumento del colesterol o de los triglicéridos.

Una vez adquirida ¿qué puede hacerse para revertirla? 
Las recomendaciones que efectuamos para prevenir esta enfermedad resultan igualmente válidas para su tratamiento.
Sin embrago, estas medidas deben reforzarse cuando la enfermedad está establecida, asociadas a controles periódicos para ver la respuesta a los tratamientos. En caso de que no responda a las medidas generales enunciadas, a veces hay tratamientos que son de resorte del especialista.
Por otra parte, quien padezca de esteatosis debe conocer cómo protegerse de otras posibles injurias hepáticas mediante las vacunaciones correspondientes y los cuidados necesarios en la ingesta de alcohol y el uso racional de medicamentos potencialmente hepatotóxicos.
¿Cómo ayudamos al hígado? 
  • Combatiendo el sedentarismo
    Bajemos unas cuadras antes del colectivo, caminemos, paseemos el perro, usemos la bicicleta fija que ahora es perchero, nademos o practiquemos cualquier ejercicio aeróbico que, en lo posible, dure media hora.
  • Alimentándonos mejor:
    Disminuyamos el consumo de grasas, que habitualmente incluye fiambres, manteca, quesos, chocolate, galletitas, tapas de tartas y empanadas y ni que hablar de los chorizos o las facturas del sábado a la tarde. Obviamente, seleccionar cortes magros y sacar la grasa visible de aves y carnes es clave. Incrementemos la cantidad de frutas y verduras.
  • Evitando medicación potencialmente hepatotóxica
    Conversemos con los médicos que cuidan nuestra salud, para informarlos de los diferentes medicamentos que usamos, chequeando que la medicación que recibimos sea la adecuada a nuestra condición particular.


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