Artículos para Pacientes. Dr. Pablo Corral

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Mar del Plata, Argentina
Dr. Pablo Corral. Especialista Jerarquizado Clínica Médica. www.icm-mdp.com

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Es bueno tener fiebre?



¿Es bueno tener fiebre?

Durante mucho tiempo se pensó que era nociva 
  Ahora en muchos casos es positiva porque significa que el cuerpo responde a una agresión 
  Así y todo, la fiebre todavía encierra muchos misterios



          
Temblores. Chuchos de frío. Mareos. Dolor de cabeza. Ardor en los ojos. Taquicardia. Falta de apetito. Transpiración. Nadie se salvó de sentir alguna vez los engorrosos síntomas de la fiebre.
    Pero para mucha gente este aumento de la temperatura corporal, no por frecuente deja de ser un    misterio. Desde hace muchos años se discute si la fiebre es nociva o beneficiosa para el organismo. La mayoría de los médicos se está inclinando hacia la hipótesis de que es positiva, porque es un mecanismo de respuesta del cuerpo frente a una agresión.
     Las causas de la fiebre pueden ser varias, por eso es una respuesta inespecífica. No está dirigida contra una cosa en particular, sino que responde a múltiples agresiones, como infecciones, ingesta crónica de medicamentos, tumores o enfermedades inmunológicas. Es un intento de crearle al agente agresor un medio inhóspito para impedir su multiplicación. Y, en contraste con las creencias populares, la incapacidad del organismo de levantar temperatura es más grave que la fiebre, porque demuestra que el sistema inmune falla.
     La fiebre es un recurso de alarma del organismo, que indica que hay algo extraño. Bajo un estado febril se optimizan varios mecanismos inmunológicos. Más que un peligro, esta sensación tan molesta pretende ser una amiga.
     Cuando entra en el organismo un elemento extraño el cuerpo provoca una reacción que actúa sobre una glándula del cerebro, el hipotálamo, donde se encuentra el centro regulador de la temperatura corporal. Esto puede ocurrir durante una gripe, una enfermedad eruptiva, un desorden hepático y, en situaciones más graves, puede ser consecuencia de algún tipo de cáncer. En algunos casos, la aplicación de vacunas o ciertos medicamentos también pueden producir estados febriles leves, sobre todo en los chicos.
     Pese a todos los miedos de las madres, esto es sólo una muestra de que las defensas del organismo están funcionando bien. La temperatura corporal normal oscila entre 36,5 y 37,2 grados; tiende a subir  durante el atardecer y la noche, pero nunca superando esos valores. Cuando el termómetro supera los 37,8 grados, la fiebre se hizo presente. 

     Además de las fiebres producidas por virus o enfermedades bacterianas -que son las más frecuentes-, existe la fiebre de origen desconocido que, como su nombre lo indica, no es producida por una causa específica. En estos casos, los pacientes pueden manifestar una temperatura de alrededor de 38 grados durante más de un mes, con algunas fluctuaciones. En los análisis de laboratorio que se les practican a estas personas no aparecen elementos extraños. Y en muchas oportunidades, esta misteriosa y desagradable fiebre desaparece en forma espontánea sin dejar rastros. 
     Lo más importante cuando la fiebre aparece, es buscar la causa. Y, mientras tanto, tratar de bajarla con algún medicamento antitérmico para evitar el malestar. Aunque mucha gente se alarma cuando ve que el mercurio del termómetro trepa más allá de los niveles considerados normales, los médicos advierten que no hay peligro. Es muy raro que la temperatura suba a niveles nocivos. Se considera riesgosa una temperatura mayor a 41 grados. Cuando se llega a ese nivel, hay que bajarla de inmediato, y cuando llega a 42 puede llegar a producir la muerte, porque se produce un desorden irreversible de la actividad cerebral. En esos momentos, la persona siente embotamiento cerebral, está aturdida, puede llegar a manifestar delirios. Estas son situaciones de excepción, en personas que padecen enfermedades muy graves.





Malas compañías


      La fiebre viene siempre acompañada de una cantidad de visitantes indeseables. Los chuchos de frío son unos de los primeros indicios. Después suele aparecer sueño, dolor de cabeza, sed. Y, cuando el mercurio emprende su camino de descenso, el cuerpo empieza a transpirar. Pero no todos los humanos son iguales, y cada uno sufre la fiebre de distintas maneras. Algunas personas empiezan a sentirse mal cuando tienen 37,5 grados. Otros, en cambio, pueden tener cerca de 39 grados y seguir haciendo sus actividades. En los chicos, una fiebre alta o que sube con mucha velocidad puede producir, a veces, convulsiones. Pero esta reacción es poco común y desaparece una vez que la temperatura baja, sin dejar secuelas. Además, hay personas más propensas a la fiebre, que con un leve resfrío empiezan a sentir sus síntomas. Otras, en cambio, son más inmunes frente a ella, y no pueden usar la antigua pero siempre efectiva excusa de la fiebre para faltar al colegio o al trabajo. 


¿Qué hacer entonces con la fiebre?

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En primer lugar, certificar la fiebre, siempre con el termómetro en la axila.
-Si se está muy molesto por los síntomas, bajarla con medios físicos o químicos y consultar al médico sobre el probable origen de la fiebre.
-Los medios físicos empleados son los baños, que no deben ser de agua fría, sino baños de ducha o inmersión, con temperatura templada.
-Ingerir gran cantidad de líquidos, y tratar de no comer cunado se tenga temperatura mayor a 38 grados.
-Recordar por último que la fiebre, en la mayoría de los casos es una aliada nuestra, que nos está ayudando a combatir una infección o al menos, nos está señalando que algo no funciona bien y nunca debemos “enmascararla o taparla”.

 Dr. Pablo Corral





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